Altos, bajos... desniveles, baches y puentes.

Por todo eso se pasa en una relación, o al menos, por todo eso he pasado yo en mi relación.

Es como una carretera de estas que te encuentras en los lugares más olvidados de las cimas de las montañas, de esas que tienen curvas, desniveles, socabones, pero también tienen trozos en las que están bien asfaltadas...donde el coche va rodado.

Pero lo mejor de todo es cuando ya pasas la carretera, y llegas a tu destino; te sientes aliviado, piensas que ha costado trabajito llegar, pero has llegado; y en definitiva eso es lo importante.

No importa si llegas antes o después, más o menos cansado (ya tendrás tiempo de descansar)... Lo importante es llegar, sobrepasar todos los obstaculos y estar centrado en llegar, y para poder hacerlo tienes que quererlo, porque si tu vas por la carretera sin demasiado interes en llegar a cualquier sitio acabas perdido, abandonando la ruta y volviendote para casita, de donde saliste.

Y yo quiero llegar, llegar a mi destino.

¿Cual es mi destino? Tu, aunque el viaje ya lo hago contigo, aunque salvamos juntos los altos y bajos del camino, los baches y los agujeros del asfalto...Pero vamos a llegar a un destino en común, a nuestra vida juntos (me gusta soñar con eso), a nustra propia perfección, a algo que no es de nadie más, tuyo y mio... Y así seremos felices.. Esa es mi meta, mi destino: nuestra eterna felicidad, pero nuestra felicidad conjunta. Y no voy a abandonar el camino y volverme para mi casa, tampoco voy a perderme; ¿y sabes por qué? Porque yo quiero llegar, porque me importas de verdad... Te lo prometo.

Vamos a emprender un viaje, un viaje juntos... Tu destino seré yo, el mío serás tu.

Nuestro destino será un nosotros.